UNO. Que el desastre lo paguen los que tienen el patrimonio, nosotros trabajamos para sobrevivir. Algo por el estilo deben estar pensando millones que ven como algunos, los de siempre, profita con la catástrofe apelando a la reconstrucción, un concepto que podría significar muchas cosas menos normalizar la existencia de los más afectados.
De reconstrucción se habla. Y de las oportunidades de la crisis. Como si se tratara de un escenario ideal donde hacer negocios, especular desde el dolor, y jugar con la esperanza que surge después del shock.
En sucesivas editoriales de dos de los más influyentes diarios de nuestro país han propuesto enajenar las empresas aun en manos públicas como fuentes de los recursos para la financiar la reconstrucción.
Leonidas Montes publicó en La Tercera el domingo 14 de marzo un alentador llamado a aprovechar la coyuntura y darle con un mazo a Codelco:
“…el luto de la tragedia permitirá, en un ambiente de unidad nacional, ciertas licencias políticas que en otras circunstancias hubieran sido imposibles. Esta es la gran oportunidad para atreverse a privatizar parte de Codelco. Un porcentaje de la empresa de todos los chilenos ayudaría a levantar a los afectados por la tragedia.”
Así, sin el mínimo pudor propone acertar en algo que algunos han querido desde siempre, pero que en las actuales circunstancias se hace más posible que nunca.
Sólo tres días después otro destacado comentador del establiment de derecha dispara desde su columna esta vez de El Mercurio. Harald Beyer nos dice:
“…En este sentido, si las empresas públicas, a pesar de los cambios que han ocurrido en sus gobiernos corporativos, son poco eficientes, es evidente que su privatización parcial es una fuente de fondos para la reconstrucción superior a las otras alternativas que se han planteado. Por cierto, como una privatización bien hecha toma tiempo y ello puede ocurrir después de que se necesiten desembolsar los recursos para la reconstrucción, el Estado podría tener que recurrir a un endeudamiento transitorio pagado luego con parte de los ingresos obtenidos por privatizaciones”.
Tomemos nota que los dos plantean que los costos de la catástrofe requiere de recursos se pueden hacer de la enajenación de parte de las empresas públicas.
DOS. Un tema no menor ha sido una discusión que se inició pero que se acalló sobre el costo real del desastre. Existen varias versiones. La primera es el monto corroborado por la actual administración y entregado originalmente por la Concertación y que asciende a los 30.000 millones de dólares.
De reconstrucción se habla. Y de las oportunidades de la crisis. Como si se tratara de un escenario ideal donde hacer negocios, especular desde el dolor, y jugar con la esperanza que surge después del shock.
En sucesivas editoriales de dos de los más influyentes diarios de nuestro país han propuesto enajenar las empresas aun en manos públicas como fuentes de los recursos para la financiar la reconstrucción.
Leonidas Montes publicó en La Tercera el domingo 14 de marzo un alentador llamado a aprovechar la coyuntura y darle con un mazo a Codelco:
“…el luto de la tragedia permitirá, en un ambiente de unidad nacional, ciertas licencias políticas que en otras circunstancias hubieran sido imposibles. Esta es la gran oportunidad para atreverse a privatizar parte de Codelco. Un porcentaje de la empresa de todos los chilenos ayudaría a levantar a los afectados por la tragedia.”
Así, sin el mínimo pudor propone acertar en algo que algunos han querido desde siempre, pero que en las actuales circunstancias se hace más posible que nunca.
Sólo tres días después otro destacado comentador del establiment de derecha dispara desde su columna esta vez de El Mercurio. Harald Beyer nos dice:
“…En este sentido, si las empresas públicas, a pesar de los cambios que han ocurrido en sus gobiernos corporativos, son poco eficientes, es evidente que su privatización parcial es una fuente de fondos para la reconstrucción superior a las otras alternativas que se han planteado. Por cierto, como una privatización bien hecha toma tiempo y ello puede ocurrir después de que se necesiten desembolsar los recursos para la reconstrucción, el Estado podría tener que recurrir a un endeudamiento transitorio pagado luego con parte de los ingresos obtenidos por privatizaciones”.
Tomemos nota que los dos plantean que los costos de la catástrofe requiere de recursos se pueden hacer de la enajenación de parte de las empresas públicas.
DOS. Un tema no menor ha sido una discusión que se inició pero que se acalló sobre el costo real del desastre. Existen varias versiones. La primera es el monto corroborado por la actual administración y entregado originalmente por la Concertación y que asciende a los 30.000 millones de dólares.
Una segunda es la que presentó una consultora internacional y que entrega una cifra un tercio menor. Habla de poco más de 8.000 millones de dólares.
Entre medio la Cepal entregó –hacia el 8 de marzo- un criterio que cifra los montos en menos de 15.000 millones de dólares.
En una simple operación matemática, la venta del 10% del patrimonio de Codelco está avaluada en 20.000 millones de dólares. Se podría cubrir dos tercios de la reconstrucción –suponiendo el monto que entrega el gobierno- basta con enajenar ese pequeño porcentaje de la principal empresa pública. Y el otro tercio, el endeudamiento puede ser un buen camino.
Es decidor que finalmente ha existido un tácito cierre del debate en torno a los 30.000 millones de dólares, lo que facilita las posibilidades de justificar dentro del contexto de las vías de financiamiento la venta de Codelco.
TRES. Otro juego parece ser una especie de compensación. Se ha avanzado en la línea de proponer un aumento en la carga tributaria y que la asuma el gran empresariado, tema que fue muy difícil para la Concertación algo que ahora la derecha dura hace sin mayor problema (uds. saben eso de ser más papistas que el Papa). Un “esfuerzo” del empresariado que de pasada financia el éxito de la próxima campaña presidencia de la Coalición, hace su aporte, mientras el Estado se desprende de “solo” el 10 % de Codelco.
Cada cual debe hacer un sacrificio va ha ser a larga, y si es que esta iniciativa prospera, el argumento central. Pero se quiere olvidan que la carga tributaria en nuestro país es una de las más bajas de la región y de todo el tercer mundo. Y que cada año esa misma gran industria es la que se enriquece de manera vergonzosa mientras millones tienen que sobrevivir.
CUATRO. En una crónica anterior hablamos de la doctrina del Shock, y ésta se ha puesto en marcha. Un ejemplo es lo que muchas empresas están haciendo en las zonas más afectadas.
Por ejemplo CELCO, industria muy desacreditada por los usos y manejos de los procesos productivos en la zona de Constitución, se ha convertido en el adalid de la “Reconstrucción” de esa ciudad, tanto así que las autoridades le han entregado la tarea con amplias atribuciones.
De igual forma se hace en las zonas donde tradicionalmente los pescadores artesanales realizaban sus actividades. Este domingo 4 de abril, en su columna de La Tercera el académico y miembro coordinador de la Dirección de la Reconstrucción del MINVU, el arquitecto Pablo Allard desliza criterios para reconstrucción costera que en un próximo paso podría significar permitir la edificación en la costa pues dice: “…Es totalmente viable vivir en zonas de riesgo moderado con obras de mitigación…”.
El caso de Tsunami de Sumatra-Andamán de 2004 generó una serie de transformaciones reconstructivas en los países que significó el desmantelar zonas de pescadores a favor de las empresas constructoras.
Los efectos de la catástrofe están recién apareciendo.
Entre medio la Cepal entregó –hacia el 8 de marzo- un criterio que cifra los montos en menos de 15.000 millones de dólares.
En una simple operación matemática, la venta del 10% del patrimonio de Codelco está avaluada en 20.000 millones de dólares. Se podría cubrir dos tercios de la reconstrucción –suponiendo el monto que entrega el gobierno- basta con enajenar ese pequeño porcentaje de la principal empresa pública. Y el otro tercio, el endeudamiento puede ser un buen camino.
Es decidor que finalmente ha existido un tácito cierre del debate en torno a los 30.000 millones de dólares, lo que facilita las posibilidades de justificar dentro del contexto de las vías de financiamiento la venta de Codelco.
TRES. Otro juego parece ser una especie de compensación. Se ha avanzado en la línea de proponer un aumento en la carga tributaria y que la asuma el gran empresariado, tema que fue muy difícil para la Concertación algo que ahora la derecha dura hace sin mayor problema (uds. saben eso de ser más papistas que el Papa). Un “esfuerzo” del empresariado que de pasada financia el éxito de la próxima campaña presidencia de la Coalición, hace su aporte, mientras el Estado se desprende de “solo” el 10 % de Codelco.
Cada cual debe hacer un sacrificio va ha ser a larga, y si es que esta iniciativa prospera, el argumento central. Pero se quiere olvidan que la carga tributaria en nuestro país es una de las más bajas de la región y de todo el tercer mundo. Y que cada año esa misma gran industria es la que se enriquece de manera vergonzosa mientras millones tienen que sobrevivir.
CUATRO. En una crónica anterior hablamos de la doctrina del Shock, y ésta se ha puesto en marcha. Un ejemplo es lo que muchas empresas están haciendo en las zonas más afectadas.
Por ejemplo CELCO, industria muy desacreditada por los usos y manejos de los procesos productivos en la zona de Constitución, se ha convertido en el adalid de la “Reconstrucción” de esa ciudad, tanto así que las autoridades le han entregado la tarea con amplias atribuciones.
De igual forma se hace en las zonas donde tradicionalmente los pescadores artesanales realizaban sus actividades. Este domingo 4 de abril, en su columna de La Tercera el académico y miembro coordinador de la Dirección de la Reconstrucción del MINVU, el arquitecto Pablo Allard desliza criterios para reconstrucción costera que en un próximo paso podría significar permitir la edificación en la costa pues dice: “…Es totalmente viable vivir en zonas de riesgo moderado con obras de mitigación…”.
El caso de Tsunami de Sumatra-Andamán de 2004 generó una serie de transformaciones reconstructivas en los países que significó el desmantelar zonas de pescadores a favor de las empresas constructoras.
Los efectos de la catástrofe están recién apareciendo.
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