Apuntes Febrero: Los excluidos de los excluidos.

UNO. El verano sofoca Santiago. Los “lideres” arrancan de la urbe y se cobijan en sus domicilios estivales, en la costa o en el campo. Como uno de esos cuentos que inundan la imaginación infantil, donde la felicidad es una posibilidad presente, las familias de la elite se congregan en el balneario a compartir sus experiencias de poder, felices del encuentro con su clase, lejanos del ruidoso trajín de la responsabilidad pública.
Pero esa realidad de fantasía y felicidad es muy distinta para los habitantes del país profundo, los que esperan la oportunidad pregonada como salvación de penurias y carencias.
Esa realidad de fantasía es doblemente penosa para los excluidos de los excluidos. Las comunidades indígenas, que son doblegados de manera silenciosa por el Estado y su maquinaria perversa, colaborada por el poder económico.
Luego del tremendo esfuerzo y triunfo que logró Patricia Troncoso, la “Chepa”, en que la problemática Mapuche fue instalada como un fenómeno sin resolución y que requiere esfuerzos políticos importantes. Pero es probable que se diluya esa atención en las próximas semanas, entrampadas por la burocracia administrativa y el pragmatismo de la realidad que exige estabilidad.
Mientras tanto, en la última semana de enero se realizó la visita de la misión de observación in situ por parte de la Asociación Americana de Juristas (AAJ), integrada por miembros de la rama chilena y argentina, y con mandato de la directiva continental, en cuya declaración convocatoria buscaba establecer el nivel de violaciones a los derechos humanos sobre el mapuche. Su visita significó un nuevo reconocimiento a nivel internacional de las penurias que viven las comunidades al sur del país, caracterizadas por la represión y violencia directa contra las identidades que habitan el wallmapu.
En una escalada de iniciativas de distintos organismos que promocionan la defensa de los derechos humanos, las visitas de observadores han llevado a la posibilidad cierta que arribe al país el relator de las Naciones Unidas para el tema Indígena, el mexicano Rodolfo Stavenhagen, quien ha informado desde su oficina en Nueva York que se han iniciado los contactos por la vía de tres sendas misivas, que en todo caso no han sido respondidas desde el gobierno. Aparece como el primer paso formal para que se concrete una misión oficial que intente establecer la magnitud de las violaciones que de parte del Estado y de organismos particulares afectan a las comunidades.
En un primer momento el ejecutivo cerró la puerta a recibir una visita como la que se propone, pues, coloca al país al nivel de un Estado que no respeta los DD.HH., cosa que incomoda profundamente a la administración concertacionista. Luego de entregar una señal en esa dirección, en un segundo momento el gobierno accedió a dar las facilidades si es que la visita se concreta, análisis mucho más certero, pues la negación de recibimiento significa colocar a Chile en la lista de las naciones que no colabora con el sistema internacional de promoción y defensa de los DD.HH.
DOS. Un intenso debate académico se ha producido en las últimas semanas producto del término de la huelga de hambre. Connotados historiadores y cientistas sociales han aportado puntos de vista sobre la magnitud y profundidad del conflicto que vive nuestro país, dividido entre las almas del mestizaje, indigenismo, identidad cultural, etc. Pero la pregunta que surge, y producto del enfoque integrador pluricultural, es qué opinan las identidades indígenas de lo que significa ser habitantes de Chile. Se habla de encuestas y estudios que asignan una muy baja proporción de habitantes de las etnias nacionales que exijan, por ejemplo, autonomía territorial. Pero siempre sobre estos temas se parte del supuesto que hoy no opera el peso de las experiencias de siglos de exterminio cultural, etnocidio, que ha puesto a muchos indígenas a espaldas de su identidad, desconociendo su lengua y costumbres, estos enetendidos como limitantes del desarrollo impulsado desde la modernidad hegemónica.
El enfoque debiera ser primero de integración real –requiere voluntad política de parte de la dirigencia estatal- de todas las identidades, sin perjuicio de las distintas opiniones que al interior de éstas existen de los temas atingentes a su conducción. Es fácil hacerse de la opinión de los que se sienten cómodos, que los hay y son muchos, victimizados de una historia de opresión y apelando a la asistencialidad pública. El debate debe ser integrador de todos los enfoques, incluso de los que no son cómodos del poder oficial, sin prejuicios, ni criminalizaciones de algún tipo. En todo caso la discusión debe estar emparentada en la dirección de generar iniciativas formales, desde la administración y la sociedad civil. De nada sirve llenarnos de opiniones que sólo engrosen algo que es a la vista constatable, que en estos siglos de relación los indígenas han sacado la peor parte, si finalmente son los excluidos de los excluidos.

Comentarios

Unknown dijo…
Nunca vi a la chepa en ninguna marcha, acción o protesta. Tampoco estuvo en el grupo que acompañó a Matías (todos de la Coordinadora Arauco Malleco, CAM).
Si la chepa hizo todo lo que dices, el resto no existe.La mirada wingka no se quita facilmente.
La Nación Mapuche no necesita comandantes ni caudillos.
Nuestra lucha es una manifestación de las comunidades y eso entiende la chepa, y quien no lo entienda así... poco tiempo le queda con nosotros.
Por otro lado, el intervencionismo wingka (los juristas del mundo wingka) jamás renunciaran a una parte de la torta (cualquier torta y en cualquier lugar). En el caso de los historiadores y todos lo hijos de la "academia", seguiran buscando y elucrubando nuevas y novedosas metáforas acerca de los "indigenas", los oprimidos, los mestizos, etc., etc., etc.

La Nación Mapuche y el movimiento autónomo Mapuche cuentan con las capaciades suficientes como para enfrenta los requerimientos que implica este momento de nuestra lucha por nuestra liberación.

Sin embargo, en el ámbito de los "apoyos" o "colaboraciones" de los no Mapuche, para que alguna acción wingka cobre algún grado de legitimidad, debe sustentarse sobre la base del respeto al Mapuche, a sus autoridades y sus normas, de lo contrario solo consigue ser una más de las acciones de violencia en contra de nuestra Nación y en contra de nuestro pueblo.

Creo que más bien responden al íntimo espiritu colonialista o totalitario que habita en muchas mentes wingkas.

saludos
Ricardo