Que un oscuro coronel ® del ejercito, involucrado en violaciones a los DD.HH., y que por arte y magia de la democracia que tanto combatió en dictadura, hoy sea alcalde de una de la comunas más ricas del país, Providencia, trate de “sátrapas” a los jóvenes y estudiantes que exigen dignidad al gobierno de la Concertación, que junto con la derecha aprueban un proyecto de ley que profundiza las limitaciones de la educación pública, es para menos risible. Más aún, cuando ese edil reclama por los bienes municipales que fueron estropeados por los manifestantes, en respuesta a la represión sin medida que las fuerzas policiales aplicaron en la contención del legítimo derecho de usar la calles para disentir de la autoridad –derecho que significó mucho sacrificio a miles de chilenos que lo pelearon en dictadura-, para que ahora el mismo discurso del orden y las normas que le gustó esgrimir a la dictadura sea utilizado sin ningún remordimiento.
El lenguaje abyecto y pusilánime del edil no logra esconder la estólida infamia de su gesto, demostración de su academia despreciable, la de los cobardes que exigen mano firme, como si en su calidad de represor no fue lo que utilizó en los oscuros tiempos en que disentir era respondido con la tortura o la muerte, y hoy, se esconde en su ubicación de autoridad democrática.
"Que vengan estos sátrapas, estos bandoleros, estos agitadores urbanos a destruir la ciudad me parece imperdonable. Son una tropa de vándalos... deberían estar enjaulados... deberían estar seguramente en el zoológico. ¿De qué estamos hablando?",
Llamativo adjetivo el de sátrapa. El diccionario de la RAE aporta una definición que le da todo un sentido a lo que en nuestra coyuntura se quiere construir: “Hombre sagaz, que sabe gobernarse con astucia e inteligencia, o que gobierna despóticamente”
Es el deseo de muchos miles de chilenos que quieren que sus actos impliquen un buen gobierno, es decir, un saber gobernarse desde el bien común.
Buscar que nuestro país tenga las condiciones mínimas para una vida digna, y primero que todo, educación de calidad.
Y nos encontramos en la situación de exigir, como bien dice la definición, saber gobernarse con astucia e inteligencia, más lo despótico estará, en el entender de éste cronista, en que no dejaremos que sujetos como un ex torturador nos amedrente del legitimo derecho de protestar, reclamar y construir un mundo mejor, a pesar de todas sus bravatas.
Así que cuando el esfumado edil de Providencia indique con el dedo, yo seré el primero en identificarme con el bando de los “sátrapas”, de los que buscamos gobernarnos con dignidad y nos oponemos a la administración de la mentira y el capital de unos pocos.
El lenguaje abyecto y pusilánime del edil no logra esconder la estólida infamia de su gesto, demostración de su academia despreciable, la de los cobardes que exigen mano firme, como si en su calidad de represor no fue lo que utilizó en los oscuros tiempos en que disentir era respondido con la tortura o la muerte, y hoy, se esconde en su ubicación de autoridad democrática.
"Que vengan estos sátrapas, estos bandoleros, estos agitadores urbanos a destruir la ciudad me parece imperdonable. Son una tropa de vándalos... deberían estar enjaulados... deberían estar seguramente en el zoológico. ¿De qué estamos hablando?",
Llamativo adjetivo el de sátrapa. El diccionario de la RAE aporta una definición que le da todo un sentido a lo que en nuestra coyuntura se quiere construir: “Hombre sagaz, que sabe gobernarse con astucia e inteligencia, o que gobierna despóticamente”
Es el deseo de muchos miles de chilenos que quieren que sus actos impliquen un buen gobierno, es decir, un saber gobernarse desde el bien común.
Buscar que nuestro país tenga las condiciones mínimas para una vida digna, y primero que todo, educación de calidad.
Y nos encontramos en la situación de exigir, como bien dice la definición, saber gobernarse con astucia e inteligencia, más lo despótico estará, en el entender de éste cronista, en que no dejaremos que sujetos como un ex torturador nos amedrente del legitimo derecho de protestar, reclamar y construir un mundo mejor, a pesar de todas sus bravatas.
Así que cuando el esfumado edil de Providencia indique con el dedo, yo seré el primero en identificarme con el bando de los “sátrapas”, de los que buscamos gobernarnos con dignidad y nos oponemos a la administración de la mentira y el capital de unos pocos.
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