Los acontecimientos de las últimas semanas van mostrando la cara más evidente y oscura del Poder oficial. Para la Concertación no basta ser un aventajado ejemplo de estabilidad en la región, con certificado de conducta emitido por los principales centros de poder económico y político del mundo. Ahora como si fuera una demostración de la madures democrática, muestra el manejo de conflictos legales –niegan la ocurrencia de conflicto jurídico, pues sería admitir la limitación de Derechos del sector social- desde la práctica de la fuerza, restablecer el orden de las cosas, una mirada panóptica que todo lo contiene desde el centro, desde la lógica política de la gobernabilidad. Tal vez por eso le moleste tanto las cariñosas críticas de la derecha, como si tu mejor amigo te palmotee la espalda y te dijera: “ya cabro… si todo saldrá bien… hazlo así…”, y como es tan arrogante en su manejo no le gustara el comentario, aunque sabe que es un amigo en su camino.
Resulta que para ser ejemplo de crecimiento y estabilidad, aprendió que la responsabilidad del poder conlleva autoridad y fuerza, que no puede permitir que las demandas sociales determinen la agenda, y este principio tiene nombre: Alex Lemún, Rodrigo Cisterna, Eduardo Miño, Matías Catrileo…
Pero ahora parece que ha dado el giro definitivo, cuando puede demostrar la sensibilidad que culturalmente identifica su discurso –eso del progresismo- la realidad política exige colocar más mano dura. Se fue Belisario Velasco después de los hechos recientes, pero la autoridad quiere al hijo del carnicero de Puerto Montt, Edmundo Pérez Yoma –según trascendidos de la jornada. Mano dura. Más cerca de cómo Ankara enfrenta a los kurdos, por ejemplo, que mueren por decenas en huelgas y protestas y ni se inmuta el gobierno títere de los militares turcos, al contrario le imprimen mayor fuerza a la represión, algo como lo que estaría sucediendo en nuestro país. Si el ejemplo que use en días pasados sobre Michelle "Thatcher" Bachelet pudo ser extremo la coyuntura va exigiendo una referencia más poderosa para situar el camino por el que he decidido transitar el gobierno. Los turcos son un buen referente para la contención de las reivindicaciones nacionales de pueblos diversos: mucho tienen que decir los armenios, gitanos y kurdos.
Cae la tarde calurosa en la ciudad, y cientos se movilizan en estos momentos en Plaza Italia. La represión hace su trabajo de contención y restablecimiento del orden, es el cántico oficial que se escucha a cada rato. Cae la tarde, y en un rincón oscuro en el sur del país una mapuche, Patricia Troncoso, muere lentamente esperando que le respondan a un petitorio mínimo, desesperado llamado para iniciar las conversaciones que se han aplazado por siglos. Cae la tarde en Santiago, más cerca de Ankara que de ningún otro lugar.
Resulta que para ser ejemplo de crecimiento y estabilidad, aprendió que la responsabilidad del poder conlleva autoridad y fuerza, que no puede permitir que las demandas sociales determinen la agenda, y este principio tiene nombre: Alex Lemún, Rodrigo Cisterna, Eduardo Miño, Matías Catrileo…
Pero ahora parece que ha dado el giro definitivo, cuando puede demostrar la sensibilidad que culturalmente identifica su discurso –eso del progresismo- la realidad política exige colocar más mano dura. Se fue Belisario Velasco después de los hechos recientes, pero la autoridad quiere al hijo del carnicero de Puerto Montt, Edmundo Pérez Yoma –según trascendidos de la jornada. Mano dura. Más cerca de cómo Ankara enfrenta a los kurdos, por ejemplo, que mueren por decenas en huelgas y protestas y ni se inmuta el gobierno títere de los militares turcos, al contrario le imprimen mayor fuerza a la represión, algo como lo que estaría sucediendo en nuestro país. Si el ejemplo que use en días pasados sobre Michelle "Thatcher" Bachelet pudo ser extremo la coyuntura va exigiendo una referencia más poderosa para situar el camino por el que he decidido transitar el gobierno. Los turcos son un buen referente para la contención de las reivindicaciones nacionales de pueblos diversos: mucho tienen que decir los armenios, gitanos y kurdos.
Cae la tarde calurosa en la ciudad, y cientos se movilizan en estos momentos en Plaza Italia. La represión hace su trabajo de contención y restablecimiento del orden, es el cántico oficial que se escucha a cada rato. Cae la tarde, y en un rincón oscuro en el sur del país una mapuche, Patricia Troncoso, muere lentamente esperando que le respondan a un petitorio mínimo, desesperado llamado para iniciar las conversaciones que se han aplazado por siglos. Cae la tarde en Santiago, más cerca de Ankara que de ningún otro lugar.
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