
1981 fue un año decisivo para la lucha política que impulsaban los independistas irlandeses en Gran Bretaña. Presos políticos de dos facciones separatistas, el Ejercito Republicano Irlandés (IRA) y el Ejército Irlandés de Liberación Nacional (INLA) iniciaban una huelga de hambre que llevaría 6 meses después a la muerte a 10 de ellos. En esa oportunidad una mujer era la gobernante y después de esos eventos acrecentó si fama de “mujer de hierro”, Margaret Thatcher. En aquellos años en la gran Bretaña existía un consenso mínimo sobre los requerimientos de los separatistas, acuerdo compartido, más o menos, por los dos grandes conglomerados que han detentado el poder de la administración del estado, Laboristas y Conservadores. El discurso que predominó siempre fue que las razones de estado son superiores a otras consideraciones coyunturales, y que la unidad de la nación no se negocia.
Hoy a 27 años de los hechos recordados y a miles de kilómetros de distancia, algunas coincidencias son evidentes:
· Reivindicaciones históricas, territoriales, culturales y políticas que aunque no tiene los alcances de la refrendada en Reino Unido, si tiene elementos comunes que las empatan. La exigencia al Estado chileno de reconocimiento de la identidad de pueblo, estatuto que se exige en la Constitución y en todo el ordenamiento jurídico y político del Estado chileno.
· Una gobernante que parece no oír el reclamo de estos pueblos, dando la espalda a los compromisos internacionales suscritos: Convenio 169 de la OIT, por ejemplo.
· En este sentido, emulando los hechos de 1981, la gobernante se niega a reconocer el reclamo de los huelguistas, incluso ésta ni siquiera se refiere a la larga huelga que en estos momentos continúa una de las comuneras, la lamnien Patricia Troncoso Robles.
· Un consenso de los bloques de poder que declaran al unísono del inconveniente de hablar de autonomía y reconocimiento en la “medida de los posible”, esto es formalmente.
Hoy, cuando se van a cumplir tres meses desde que inició la Huelga, Patricia Troncoso continua esperando respuesta, dice que su espera será hasta la muerte. No tengamos que lamentar, todos los chilenos, un desenlace que nos llave a movilizarnos por las reivindicaciones justas, es ahora cuando debemos presionar. Que al menos las autoridades abran un verdadero debate sobre el sentido que tendrá en el futuro la relación del Estado chileno y los pueblos originarios.
Hoy a 27 años de los hechos recordados y a miles de kilómetros de distancia, algunas coincidencias son evidentes:
· Reivindicaciones históricas, territoriales, culturales y políticas que aunque no tiene los alcances de la refrendada en Reino Unido, si tiene elementos comunes que las empatan. La exigencia al Estado chileno de reconocimiento de la identidad de pueblo, estatuto que se exige en la Constitución y en todo el ordenamiento jurídico y político del Estado chileno.
· Una gobernante que parece no oír el reclamo de estos pueblos, dando la espalda a los compromisos internacionales suscritos: Convenio 169 de la OIT, por ejemplo.
· En este sentido, emulando los hechos de 1981, la gobernante se niega a reconocer el reclamo de los huelguistas, incluso ésta ni siquiera se refiere a la larga huelga que en estos momentos continúa una de las comuneras, la lamnien Patricia Troncoso Robles.
· Un consenso de los bloques de poder que declaran al unísono del inconveniente de hablar de autonomía y reconocimiento en la “medida de los posible”, esto es formalmente.
Hoy, cuando se van a cumplir tres meses desde que inició la Huelga, Patricia Troncoso continua esperando respuesta, dice que su espera será hasta la muerte. No tengamos que lamentar, todos los chilenos, un desenlace que nos llave a movilizarnos por las reivindicaciones justas, es ahora cuando debemos presionar. Que al menos las autoridades abran un verdadero debate sobre el sentido que tendrá en el futuro la relación del Estado chileno y los pueblos originarios.
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